La mitad de los pacientes con VIH son diagnosticados demasiado tarde

Entre los años 2009 y 2014, 635 personas descubrieron en la Región que eran portadoras del VIH. De ellas, la mitad fueron diagnosticadas tarde, cuando presentaban ya un grado de inmunosupresión que aconsejaba tratamiento. Lo más preocupante es que este retraso no solo ha afectado a los pacientes al empeorar su pronóstico sino que ha podido contribuir a que aumente el número de nuevas infecciones. Así lo advierte el servicio de Epidemiología de la Consejería de Sanidad en un informe publicado con motivo del Día Mundial de la lucha contra el Sida, que se celebra el próximo martes.

«El diagnóstico tardío de infección por VIH continúa representando un problema en la Región», subrayan los epidemiólogos. La tasa de transmisión del virus es 3,5 veces superior en personas sin diagnosticar, ya que la falta de tratamiento dispara la carga viral. A ello hay que sumar la mayor probabilidad de que quien desconoce que es seropositivo se descuide en el uso de protección en sus relaciones sexuales. La advertencia de los epidemiólogos no es nueva: se repite en todos y cada uno de los estudios elaborados desde que en 2009 arrancó el Registro de Nuevos Diagnósticos de VIH, una base de datos fundamental para poder comprobar la evolución del virus a lo largo de los años.

La foto fija del VIH en la Región se mantiene con pocas variaciones. En 2014 se detectaron 93 nuevos casos, 5 más que el anterior. Pero este repunte resulta poco significativo. En el periodo 2009 a 2014, la incidencia es «ligeramente descendente e inferior a la media del conjunto estatal», destaca Epidemiología. En concreto, en la Región se registran 63,4 nuevos diagnósticos por cada millón de habitantes, mientras la media española llega a 72,5 por millón. El 81% de los pacientes son hombres.

«La mayor incidencia de nuevos diagnósticos de VIH se observa en personas de 30 a 34 años de edad», explica Epidemiología. En segundo lugar se sitúan los jóvenes de 25 a 29 años. Los informes de Sanidad reflejan desde hace años un preocupante repunte del VIH entre veinteañeros, sobre todo por transmisiones atribuibles a relaciones homosexuales sin protección. El porcentaje de infecciones por esta causa es «especialmente llamativo en el caso de los jóvenes», insiste Epidemiología. «Por esta razón, en la Región urge desarrollar, además de campañas de prevención poblacionales, otras específicas con mensajes más adaptados a esta realidad», subrayan los expertos. En este sentido, hay claras diferencias por edades. Entre los varones de 20 a 34 años, el 70% de las transmisiones se producen por sexo entre hombres, mientras que a partir de los 35 años, la infección por relaciones heterosexuales pasa a ser más habitual (45% de los casos). En todas las franjas de edad, el contagio por consumo de drogas inyectadas es ya residual.

Los epidemiólogos advierten de la necesidad de campañas específicas para evitar que la relajación en el uso del preservativo provoque un aumento de casos de VIH entre la población joven homosexual. Pero ello debe hacerse sin caer en el superado mensaje de los grupos de riesgo, primero por no estigmatizar y segundo porque se trata de una idea que no responde a la realidad del virus del sida, como demuestran los datos. En total, cuatro de cada diez murcianos diagnosticados de VIH en 2014 se infectaron por relaciones heterosexuales sin protección. El porcentaje es alto, pero incluso puede esconder un infradiagnóstico, advierte Bartolomé de Haro, presidente del Comité Anti Sida.

Menos percepción de riesgo

Todavía se mantiene en parte de la población la falsa creencia de que las relaciones heterosexuales no conllevan riesgo, lo que provoca que la detección llegue demasiado tarde en el 62% de los casos en que la transmisión se produce precisamente por relaciones entre personas de distinto sexo.

«El diagnóstico tardío en nuestra Región es mayor en los casos que se infectaron por relaciones heterosexuales y en las personas de mayor edad. Esto pone de manifiesto la necesidad de intensificar el acceso a la prueba del VIH», advierte Epidemiología. Los expertos de la Consejería recuerdan que el Ministerio editó una guía en 2014 en la que se recomienda que los médicos de familia oferten de forma rutinaria la prueba «a personas de 20 a 59 años sexualmente activas, sin sospecha de infección por VIH o sida, a las que se les haya indicado una extracción de sangre por cualquier motivo». Pero esta sigue siendo una asignatura pendiente, lamenta Bartolomé de Haro, presidente del Comité Anti Sida. «Hay experiencias muy interesantes que podrían extenderse, como la que se lleva a cabo en La Arrixaca, donde se ha trabajado este tema en los centros de salud», explica. El Comité Anti Sida propone la presencia de educadores en Atención Primaria para concienciar y fomentar el uso de los test diagnósticos. Pero al mismo tiempo, «es necesario que haya una alternativa, en paralelo, para quienes prefieren acudir a realizarse la prueba a otro sitio por el problema de la estigmatización», subraya. Ahí entrarían en juego las asociaciones.

La prevención permitiría «terminar con la epidemia»

Los antirretrovirales han permitido que miles de pacientes convivan con el virus del sida como harían con cualquier enfermedad crónica.

La búsqueda de una cura para el sida sigue siendo uno de los grandes retos de la ciencia, aunque la mejora en los tratamientos ha conseguido ya resultados espectaculares: la mortalidad cayó un 54% en España entre 2003 y 2013, según datos que hizo públicos ayer el Ministerio de Sanidad. Los antirretrovirales han permitido que miles de pacientes convivan con el virus del sida como harían con cualquier enfermedad crónica. Pero estas buenas noticias han tenido al mismo tiempo un efecto pernicioso: la relajación en la prevención, algo que se ha convertido en un obstáculo para frenar la epidemia.

El servicio de Epidemiología de la Consejería de Sanidad recuerda en su informe anual sobre VIH-Sida que la ONU se ha marcado como uno de los objetivos del milenio «terminar con la epidemia de sida para el año 2030». No se trata de un reto irreal. Al contrario, sería posible con la inversión y el esfuerzo de gobiernos y organizaciones sanitarias. Los tratamientos actuales permiten reducir la carga viral hasta el punto de hacer muy díficil la transmisión. Los diagnósticos a tiempo y el uso del preservativo son clave para ganar la batalla definitiva.